31 mayo 2010

Las cartas sobre la mesa

Estamos en una taberna orientada en el antiguo oeste americano. Vestimos revolver y sombrero, y nos deleitamos con la sensación que te queda después de haber tomado unos cuantos qüisquis. La mesa es redonda y nos acompañan los cuatro reyes más famosos de Francia con sus atavíos monárquicos y su corte al completo.

-Camarera, otro- dice una voz ebria que creo que es la mía.

Al cabo de cinco minutos se presenta ella con la botella y seis vasos. Deja los vasos sobre la mesa, los rellena y luego los reparte,como siempre, azarosamente. Antes de que vuelva a coger la botella yo me aferro a ella.

-No se la lleve, guapa.

-Entendido- responde ella sonriente, supongo que no debe estar acostumbrada a que le llamen guapa y no entiendo el porqué.

El rey de picas reparte las cartas violentamente como suele hacer. No le gusta lo que le ha tocado y decide retirarse a destruir ciudades con su ejército oscuro. Los demás seguimos jugando, sólo que ahora somos cinco.

Me levanto para estirar las piernas después de varias horas sentados y tambaleando me acerco al clavicordio. Me siento en el taburete y empiezo a tocar (taratara ta tara tan...). El rey de diamantes se levanta, invita a una ronda a todos los presentes y se marcha ya cansado de acumular ganancias. Quedeamos cuatro y media botella de güisqui escocés de 52 grados.

Hoy al rey de tréboles le ha abandonado la fortuna. Olvidó como se gana, como también olvidó el camino de vuelta a su castillo. Su reina decide que ya es suficiente por hoy, que el alcohol le sienta mal. Pide a dos de sus secuaces que le ayuden a levantar y que pidan una diligencia para volver al país de los leprechauns donde está su castillo de verano, con vistas al mar y todas esas pijerías que sólo se puede permitir un pequeño grupo de ciudadanos.

Y cada vez es más tarde y somos menos. El sol empieza a derramarse por el cielo empapado en gasolina y lo cubre de un color entre anaranjado y rojizo. Los caballos bostezan aburridos en la puerta mientras ven pasar bolas de heno danzando al son del viento que las guía. Seguimos ahí, cada vez más cansados de nuestros roles, de nuestras virtudes y los defectos de los demás.

El último rey de la baraja se levanta, cansado de tanto odio, saca el as de corazones de su manga y lo deja sobre la mesa. Se marcha sin decir nada, ni una sola palabra. ¿Somos para él desconocidos? La noche se lo lleva y nos deja sin ganas de hacer nada, sorprendidos y sin respuestas.

Fin

29 mayo 2010

De nuevo sumido en esa oscuridad que todo lo debora. Igual que intentó acabar con Fantasía ahora lo intenta conmigo. Por suerte, es un proceso rápido e indoloro, al menos físicamente. Empieza en lo más hondo de tu ser y te carcome por dentro hasta dejar sólo un cascarón vacío. Después de eso, a tu cuerpo solamente le queda la muerte y tú dejas de existir.

Siempre empieza destruyendo todo lo bello que hay en ti, todos los vínculos que te unen a los demás y al mundo. Luego, empieza a destrozar todo lo superfluo y lo negativo. Cuando termina ya no queda nada de ti, nada que pueda servir, te conviertes en un ser insensible e indiferente ante cualquier suceso que te rodee.

¿Y qué pasa con la esencia de la persona? Nadie lo sabe. Yo supongo que vuelve a los orígenes, al estado primario, al caos absoluto. Allí donde de la nada apareció todo, donde nace la energía. Bueno, es lo que creo.

24 mayo 2010

Harto de estar harto.
Harto de no decir lo que quiero por miedo a equivocarme.
Harto de quererla más de lo que quiero.
Harto de no saber.
Harto de imaginar.
Harto de saber lo que quiero.
Harto de no tenerlo.
Harto de no saber hablar.
Harto de querer olvidar y dejar todo pasar.
Harto de etc.

Y a pesar de estar harto me sigue encantando, igual que usar el verbo encantar cuando hablo de ella; la sigo queriendo más de lo que quiero, por que es así, y siempre como es; sigo sin saber por no preguntar; y sigo, sin poder,querer olvidar. Si no fuera como es, tanto cuando es blanca o cuando es negra... Además, no puede evitar ser preciosa...

Idiota.

Orgulloso de ser orgulloso

**Escrito hace una semana y media.

Vuelven a brotar las ideas. Ya sean tristes o alegres, vuelven a nacer, para morir aquí, entre estas líneas en tinta roja. Quizá algún día atraviesen la red y consigan que alguien sienta algo. No importa el qué, al final sólo quieres llegar a sentir, para, así, darte cuenta que sigues vivo y no eres otra pequeña parte del mobiliario.

Damas y caballeras les presento mi última actuación:


Tomás está en una sala de estar cualquiera de una residencia de estudiantes cualquiera, en una calle cualquiera de una ciudad cualquiera. Puestos a omitir lo irrelevante, no os diré que está ane un televisor, aunque sí contaré que la puerta sigue abierta. A veces es más fácil contarlo todo, así que volveré a empezar.

Y Tomás sigue ahí tumbado en una butaca de la sala de estar de una residencia de estudiantes que no es la suya. Tiene una pierna sobre el respaldo y la otra colgando por el reposabrazos, mientras su cabeza descansa en un cojín que ha improvisado con su sudadera. Está en frente al televisor, pero no lo mira, al menos no mira nada que pueda ver en él. Hace horas que observa los puntos grises, blancos y negros entrecruzarse en una interminable sinfonía. Parece que alguienolvidó este enero instalar un descodificador de TDT. Eso quizá influiría en que nadie se hubiera fijado en su presencia en aquel recóndito lugar, si no fuera por que hoy es el primer domingo de mayo, y Día de la Madre, y todos los estudiantes están en sus casas.

Ve sus ojos oscuros allá donde mira, que lo observan, que lo miran inquisitivamente como esperando a que haga algo. Entonces coge su teléfono y se queda mirando su nombre y el número que hay a continuación. Se ve tentado a llamarla. Apaga el movil. Esta vez no será. Y esta procesión se ha repetido cada cuarto de hora desde que se tumbó en esa butaca de esa sala de estar.

De súbito, su cuerpo se levanta ya cansado de los deseos de su mente. Empieza a dar vueltas a la habitación desorientado. Y así pasan las horas, o quizá unos pocos minutos...el tiempo es tan voluble. Entonces llega ella. Se detiene en el umbral de la puerta esperando a que él perciba su presencia. Lo mira sorprendida por su actuación, no entiende que hace en una residencia de estudiantes femenina ni como lo han dejado entrar. Él la ve y ella se decide a hablar.

-Hola Tomás- dice ella tímidamente.

-Hola Carla- responde el chico.

-¿Cómo estás? Hace dos semanas que no sé de ti.

-Ahh, bien. He estado ocupado, examenes y todo eso. Ya sabes...- respomde de improviso.

-¿Me has olvidado ya?

-Sí, por supuesto- dice él, orgulloso de su hazaña.

-Me alegro- suelta y rápidamente se girá y desaparece por donde a venido.

Se escuchan sollozos más allá de la puerta. En la sala de estar no se oye nada. Él llora en silencio, cree que así duele menos y sacia más. Él no sabe que hacer, lo intenta, pero no se le ocurre nada. Ella se ha hecho un ovillo y se ha escodido en un agujero debajo de las escaleras, ya sabe que no vale la pena pensar que debe hacer, llora sin más, sabe que no puede evitarlo. Pasan los minutos y todo sigue igual, él se ha sentado de nuevo en la butaca, con los codos sobre las rodillas y sujetando su cabeza entre las manos como un peso muerto. Ambos siguen llorando.

Nos dedicamos a complicarnos la vida a nosotros mismos. En realidad es todo tan fácil. La realidad supera a la ficción.

Él se levanta y se dirige en la misma dirección que Carla. Sigue oyendo sus sollozos, ahora un poco más calmados. Se limpia los ojos. Siente que el corazón le late rápido, tiene ganas de salir a dar un paseo y enseñar a todos lo grande y fuerte que es. Esta vez tampoco será, al menos para su corazón. Hoy no se va a pavonear delante de nadie. Siguiendo la respiración de Carla, Tomás se detiene al llegar a las escaleras. No la ve, pero sabe que anda por allí.

-¿Carla?

Se oye un sollozo algo alterado, está ahí, justo delante suyo, en la oscuridad. Se acerca despacio y sin hablar. Se sienta a su lado y la rodea entre sus brazos, le besa el pelo.

-Lo siento...- dice Tomás- Mentí, no te he olvidado, no puedo... Siempre estás ahí, en mi cabeza, mientras mi corazón suplica que te deje entrar. Lo siento...

Ahora la besa en la mejilla. Ya está más calmada. Apoya la cabeza en su hombro, se queda un raro parada y le besa debajo de la oreja.

-Gracias por venir- dice Carla.

-Gracias a ti por estar aquí.

Mayo 2010

22 mayo 2010

¿Dónde quedan esas calles?

*A esto se le llama escribir improvisadamente.( el arte de la improvisancia)

Dime, ¿dónde quedan esas calles de París? Hace tiempo que no existes, hace tiempo que no existo, pero siempre andamos dos. Y ahora te pregunto, dónde está el tiempo que perdimos, mientras pasaban las horas en algún lugar lejos de ahí. Sé que no responderás, que ya nos vimos pasar y las noches nos dejaron olvidar donde se encontraba el mar.

Dime, ¿por qué espero en Saint Dennis? Y paseo por las calles vacías buscando la sonrisa que te vi. Odio no entender por qué no entiendo nada. Supongo que será por no ver más allá de tu mirada.Ahora anhelo construir la fábrica de nubes que un día soñé. Para poder ver desde lo alto, desde allá donde todo es azul, y así poder hallar como encontrarte.

Vuelvo a estar donde pasan las horas, para buscar remedio a eso del tiempo. Y cuando lo repare volveré a andar por aquellos lugares que un día fueron nuestros. No te detengas a esperar, yo no descansaré, y así algún día, quizá, nos volvamos a ver pasar por una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera y en un mundo que los dos hayamos tenido la suerte de haber imaginado.

10 mayo 2010

La ciudad arde

Llueven lágrimas en llamas que me calan de la cabeza a los pies. Primero eran pequeñas chispas doradas que alumbraban más que arder. El tiempo las convirtió al naranja y luego al rojo y al amarillo. Todo se convirtió en un infierno, mi pequeño infierno. Y tengo miedo. No del fuego, posiblemente del dolor o del silencio. Sí, todos esos silencios que me esperan. Si al menos los silencios significaran algo... Sólo un adiós al olvido, un sinfín de razones para echar de más o de menos. Ardo al fin. Nadie escucha mis aullidos de agonía . Todos arden. Todo arde. La ciudad se consume de dentro a fuera. Cenizas, lo devoran todo en una inmensa nube de polvo. Mmmm...polvo...

PS: No hablo de lo que pensáis.

04 mayo 2010

Sobredosis

Quizá no fuera tan desencaminado. Quizá el mundo aún tenga esperanzas. No sé, es posible, quién sabe. Y puede que yo también tenga esperanzas. No sé, es posible, quién sabe.¿Cómo que quién sabe? Si digo que hay esperanzas es que las hay, y punto en boca. No sé, es posible... ¿Quién sabe? Sí, eso es.

Se escucha un ruido a lo lejos. Es casi imperceptible, un murmullo. Incesante, insoportable, de un ser imfame, por supuesto. Aggghhhhh, es horripilante. Ve y mátalo, que no quede rastro de él ni de su insufrible rumor. Y antes de matarlo lo desnudará, lo mirará indefenso. Le obligará a tocarse, a mirarla, para finalmente acabar con él dando o muestra de toda crueldad.

Sobredosis. Al oir esta palabra todo el mundo piensa en medicamentos y drogas. Es lógico. Son temas que acongojan a cualquiera. Es sobrecogedor ver morir a gente de a penas treinta años. Buaahh, no lo entiendo. El tema es que tampoco quiero entender, hay cosas que es mejor no saber.

Bueno, esto es lo que se oye en mi cabeza...Y todo al mismo tiempo. :D