31 diciembre 2009

31 de Diciembre

Ya es treinta y uno de diciembre, hace horas que oscureció y el termómetro marca trece grados. La luna, eternamente llena, se cree la única reina del cielo. Y así será durante toda la noche, oscuridad infinita e historias interminables. Cada persona será un mundo, cada minuto un segundo y cada segundo se vivirán mil momentos.

A la hora de las brujas, habrá millones de personas siguiendo tradiciones estúpidas. Creyendo en la suerte, creyendo en el renacer de las cenizas de este año en uno nuevo, mejor y más brillante que el anterior. Lo que no saben es que sus esperanzas no servirán de nada, la suerte se la buscarán ellos ( o quizá nosotros) y el año será distinto al que le precedió, pero, al fin y al cabo, será lo mismo.

Otra vuelta alrededor del sol, otros trescientos sesenta y cinco días con ocho horas; muchos de ellos malgastados, muchos otros disfrutados, y algunos, sólo unos pocos, vividos. Son esos últimos los que se recordarán, pasarán a ese archivo al que solemos llamar memoria.

Todos seremos un poco más viejos, menos inocentes, que no más sabios. Y mientras escribo pasa el tiempo para llegar al momento esperado. Hay gente que prepara todo con entusiasmo, otra ve pasar las horas olvidada en el sofá. ¡Qué más da! Sabemos que de sueños no se alimenta el mundo. Y así, expectantes, las agujas nos miran.

Esta es la noche en que sólo duerme el sol. Para mí otra noche en que mis ojos puedan navegar por este mar de estrellas que es el universo. Y sé que no cambiará mucho, los orgullosos seremos igual de ciegos, las luces seguirán cegando a los hipermétropes y el alcohol seguirá provocando estado de embriaguez, también llamado "ciego".

Que más decir si no que desear un feliz año nuevo a todos los que tengan esperanzas de que llegue, una feliz decepción a los que no lo obtengan e iniciar un aplauso por todos aquellos que cumplan sus buenos propósitos. Yo, entre suspiros, seguié temblando al encender el quincuagésimo cigarrillo de la noche, y, de vez en cuando, una llama me iluminará para retomarlo. Ése será el sol que iluminará esta noche.

A bientôt...

15 diciembre 2009

C'est la vie.

Es como si arrancaran algo de ti. Algo de muy adentro. Algo que amabas con locura. Lo intentas agarrar, pero, como vapor, se escurre entre tus dedos dejando una amarga sensación de soledad. Y ya no sientes a tú corazón balbuzeando estupideces, ya no sientes calor, ya no sientes...

Y despiertas cada día cerniendo una monotonía que parece inacabable. Te vuelves taciturno, prefieres estar solo que bien acompañado y no respondes al teléfono porque no quieres hablar. Al tiempo, te das cuenta que nada vale la pena, que el silencio es suficiente para inundar tus oídos. Tampoco sabes nada, estás confuso, te pierdes tumbado en tu cama y la pereza te impide hacer cualquier movimiento que implique más de dos pasos. Crees que es el fin, pero sabes que no lo es y por eso sigues.

Entonces, una mañana de diciembre sucede algo inesperado. Vuelves a vestir colores, tus mejillas pierden ese tono pálido y se vuelven rosadas. Tu mandíbula se estremece haciendo muecas que extrañaba, ¿sonríes? Te sorprendes y lo vuelves a hacer. Bonito día, piensas, y miras al cielo teñido de blanco por completo que te observa amenazando con llover. Sonríes. Eres feliz por estar ahí, serás feliz si llueve, serás feliz si no lo hace y nada puede cambiarlo. Es así, sin más, y sólo tú lo entiendes. Vuelve a empezar ese círculo vicioso.

Au revoir, mesieurs et mademoiselles. C'est la vie.

PS: Impro en diez minutos. :O :-)

07 diciembre 2009

Al sur de la frontera, al oeste del sol

Me da pereza escribir, así que copio un párrafo de una novela:


Cuando andaba a su lado, solía pensar en qué sentimientos debía abrigar su corazón. Y adónde la conducirían. A veces escudriñaba sus pupilas. Pero en ellas sólo descubría un silencio plácido. Aquella pequeña línea que se dibujaba en sus párpados me recordaba siempre la lejana línea del horizonte.[...] En su interior, poseía un pequeño mundo propio. Un mundo que sólo ella conocía y al que sólo ella tenía acceso. Una única vez había estado a punto de abrírseme la puerta de este mundo. Pero ahora volvía a estar cerrada.

Al sur de la frontera, al oeste del sol. - Haruki Murakami

19 noviembre 2009

Es cierto que todo cambia, sí. El mundo gira y crecemos; aparecemos y desaparecemos. No sé si a eso se le llama "Ciclo de vida", de hecho, no sé mucho de nada. Últimamente los días son tan extraños, empiezan a las ocho y terminan a las ocho, veinticuatro horas que no doce, y todo parece normal. Todos parecemos normales. ¿Por qué siempre las apariecias engañan?

Por ejemplo, hoy me levanté a las ocho, poco después de ime a dormir a las ocho, me vestí, me duché y todas esas cosas que se suelen hacer por las mañanas. Bajé a la calle y me enconté al vecino del segundo con su pareja cogidos de la mano. Y eso no es lo raro, al menos si no te digo que mi vecino tiene treinta y pico, su pareja es un hombre, y hace unos seis meses estaba felizmente casado. ¿El mundo se ha vuelto loco? Y no lo digo porque mi vecino sea gay, a mí ni me va ni me viene, pero no sé que debe pensar su exmujer, diez años de feliz matrimonio y conoce tanto a su marido que no sabe que pierde aceite. Quizá él fingiera.

¿Es posible que todo el mundo se pase el día fingiendo? A veces lo pienso y me da lástima, ¿para qué fingir si vas a ser igual de infelz? Si estás triste porque estás triste, si eres feliz porque eres feliz, la cosa es fingir. Vemos tanto la tele que todos queremos ser actores, y siemre somos buenos, seguramente hay por ahí sueltos intérpretes con más talento que los más vanagloriados actores.

Y es que hoy en día no se puede ser nada inocente. No se puede confiar en la gente. A la mínima te utilizan sin que te des cuenta. Quizá jugar a vivir sea más divertido que sólamente vivir. ¡Si se tiene que jugar, juguemos! Sí, seremos hipócritas viviendo en la eterna felicidad y nunca caeremos al vacío, ahí sólo van las lágrimas perdidas y detrás las almas de quienes las perdieron, ¿para qué seguirlas? Bueno, si necesitamos algo puede que les tendamos una mano, pero no mucho rato no se vayan a acostumbrar.

Y no se me ocurre nada más que se pueda maliterpretar y, ¿para qué decir cosas nuevas? Si las obviedadesa funcionan, qudémosnos con ellas.

Con una feliz sonrisa y un par de gotas de limón, me despido. :-)

17 octubre 2009

Hablar por hablar

Él era él,
Ella seguía siendo ella.
Estaban ahí,
A la luz de la luna
Y las estrellas.
El mar era el mar.
Hablaron toda la noche,
En silencio.
La contradicción les atrapó,
La luz moría.
La voz fue suya,
La luz murió.

15 octubre 2009

Esto parece un desierto y, mira, no sé, he decidido improvisar algo para hacer un poco de bulto.

Pues ya estamos a mediados de octubre, queda un poco menos para éxamenes y hace tiempo que el verano quedó en un segundo plano, ¡qué fiesta! Y todo cambia y todo sigue igual a mi alrededor, no sé que pasa, pero parece que todo el mundo se mueve el doble de rápido que yo. ¡Qué le vamos a hacer!

Ahora no hace falta que haga nada para que las cosas empeoren y, mira que normalmente me comprometo a la causa, pero siempre de forma "semicontrolada" ya que si me harto lo echo todo a la basura; como arrancar una hoja de libreta, hacer una bola y deshacerse de ella... ¡Es tan divertido jugar a vivir! ¿Por qué la gente es tan neurótica? Es algo que nunca comprenderé... Además te piden explicaciones por tu forma de pensar y no se dan cuenta que están delante tuyo. Aiiis...

Y no sé que más decir que nadie haya dicho por mí. Creo que me empiezo a creer lo de que te tiene que dar igual lo que piensen los demás ya que sus pensamientos se ven sometidos a múltiples transtornos agenos a ti, como los anuncios de la tele, y, por supuesto, estas modificaciones no suelen tener nada que ver contigo. ¡Qué se diviertan! El problema es que es muy difícil que te de igual la opinión de personas a las que quieres y no puedes evitar intentar descubrir lo que piensan. Sabes que no vas a cambiarles de opinión, de hecho, ése no es un hobby que me atráiga en demasía, sólo preguntas, jutamente, por que no puedes evitar que te importe.

Y sigo sin saber qué decir, un párrafo no cambia mucho el desorden de mi caeza, que le vamos a hacer... Diré que la palabra del día es: amistad. Bonita palabra que rebosa de significado, es agradable y, en ocasiones, debes brindar por su ausencia. ¿Confianza y respeto? ¿Existen? Si alguien los encuentra estaría muy agradecido que les dieran mi número para que me llamaran.

Y aquí termina el monólogo de mi sarcástica pluma porque tengo clase dentro de media hora y voy a llegar tarde (no es nada nuevo).

Au revoire mes amis.

28 septiembre 2009

La niebla

"Acostumbrado a no dormir el sueño ya no me quiere ni ver"


Estaba un poco mareado. Abrí los ojos y no sabía donde me encontraba. Todo era difuso, la niebla me impedía ver nada a mi alrededor. Empecé a andar a ciegas, con las manos delante intentando palpar cualquier cosa cercana. No había nada. Empecé a andar cada vez más rápido, cuando me di cuenta ya corría. Noté algo con los pies y me detuve en seco. Me acerqué para verlo, era...¡desperté!

No me había movido de mi habitación y un sudor frío recorría todo mi cuerpo. Había vuelto a tener ese sueño o, más bien pesadilla. Se repetía cada noche desde que había dejado la playa a unos cincuenta quilómetros de mí. No había vuelto a ver a la chica y hacía días que no pensaba en ella. Cosa normal, sólo la había visto un par de veces y la segunda fue obra de la imaginación de uno de los dos.

Me levanté de la cama a por un vaso de agua. Parecía que ya era de día: el reloj marcaba la una y media. La vida en la ciudad era deprimente, limitada por el bochorno que se padecía durante las horas de sol, es decir, la mayoría a finales de verano. Además, mis amigos no volverían de sus vacaciones hasta el día antes de empezar las clases. Estaba solo, cansado de los juegos de ordenador y de consumir como un adicto literatura barata.

Así empezaba otro día más en la inmensa ciudad...

24 septiembre 2009

El precio de las sonrisas

¿Qué es una sonrisa? A veces no es nada y otras lo es todo. Puede ser una muestra de alegría, de conformidad, de complicidad, de simpatía, o, simplemente, de agradecimiento. Seguramente, si pensara un poco más encontraría muchos más motivos para sonreír que para no hacerlo y de momento no le veo nada malo. Pero como no todas las sonrisas son iguales, ¿valdrán al mismo precio?

Sí, especulamos con todo, incluso con las sonrisas. Jugamos a vivir sin darnos cuenta que el azar poco importa en este juego. La vida es tan graciosa... y el titiritero levantó el labio superior por ambos extremos para iluminar la habitación, es una forma barata de almacenar energía. A eso se le llama derrochar, es como dejarse un lagrimal abierto e irse de vacaciones.

Y para eso crecemos, que ironía. Cuando somos niños vivimos entre lágrimas y sonrisas y todo el mundo nos entiende, pero a medida que aprendemos a hablar nos explicamos peor. Y hacemos ver que no nos damos cuenta, y nos mentimos, y regalamos palabras sin querer hacerlo y por eso no son nada, y siempre sonreímos, ¡qué vehemente felicidad! Y todos sabemos que, esas sonrisas, la mitad de las veces no son de verdad.

Y queremos que las palabras vistan de seda, entre sutil elegancia, que no sean el típico transeunte de a pie y seguimos sin darnos cuenta que no vale la pena. ¿Veis?, ahora miento y ni siquiera os dais cuenta, es obvio que lo hago por despecho...una licencia poética. Pero por muchos adornos que lleven las palabras si no les pones nada tuyo, que salga de tu interior, no valen nada. Y por eso puede que las palabras más sencillas provoquen más sonrisas.

No sé que he escrito, como siempre, siguiendo el mejor orden: el caótico.

21 septiembre 2009

Y de noche se escuchará su canción.

Cuando la oscuridad bañe las negras aguas y no se encuentre nadie alrededor. Ambos, entonces, podrán yacer juntos en el frío suelo, dándose mútuamente calor, disfrutando las pocas horas que les quede de anonimato.

Y la luz será su voz, cuando el silencio muera en su respiración acelerada. Y las palabras no significarán nada, sólo serán recuerdos, y sus ojos se perderán hablando de miradas. Pero, con el primer rayo dorado el momento perecerá y será eterno igual que una sonrisa añorada.

Y saben que olvidarán el sonido de su voz, el roce de su piel... Al final, también desaparecerá el tiempo que pasó, aunque no de largo, y el color de aquella luna, y el mar, y las nubes...pero, siempre recordarán esa canción que cantaron las estrellas hasta ver salir el sol.

Y pasarán los años, y de nuevo se escuchará su canción...

17 septiembre 2009

Ruidos nocturnos

Está bastante claro que la locura y la razón van cogidas de la mano. Sólo las separa un fino murmullo en mi cabeza. ¿Por qué debemos ser personas cuerdas? ¿Qué problema tiene estar loco?

A veces la lógica no es suficiente...

Y divago, y divago...creo que me he costipado de tanto divagar. Entre palabra y palabra de su voz, la del duendecillo que me dice que queme cosas, oigo un pitido agudo e intenso. Me duele la cabeza. ¿Será por falta de sueño o por falta de ganas de dormir?´Quizá tengo fiebre...no sé...

Creo que debería dormir, igual que tantas cosas que no hago y debería. Dicen que dormir cuatro horas es dormir poco, espero que dentro de unos años lo sea, pero, por ahora, lo llevo suficientemente bien. ¡Ay, que sueño! ¿Por que no sé lo que quiero? Maldita indecisión...me voy a dormir.

09 septiembre 2009

Cuando te sientes vivo

Notas como con cada latido fluye la sangre en tu interior. Sólo oyes, pues no escuchas, la voz de tu pensamiento que aguarda el momento en que el tiempo se convierta en un mero recuerdo. Y ruge el viento, cada vez más fuerte, desesperado por no poder arrastrarte.

Entonces, te das cuenta de que no estás solo, que la naturaleza te envuelve y formas parte de un todo. No sientes dolor, tristeza, sed ni hambre pero, tampoco estás alegre ni saciado. No necesitas nada ni nadie aunque sabes que no lo tienes todo. Es algo extraño que sale de ti y luego vuelve. Respiras paz, y, por un instante, sabes para que existes y te sientes vivo.

25 agosto 2009

La noche


¡El tiempo pasa tan rápido! La noche envejece, per o las mentes se mantienen jóvenes.
Ahí estaba como cada madrugada, mirando las calles vacías desde mi ventana. Los grises se convertían en mis colores favoritos y venía a verme mi amiga melancolía.

Esa noche era distinta. Es cierto que todo era gris y triste, todavía lo recuerdo. Lo que de verdad sentía era arrepentimiento, la chica de la playa… Entonces pensaba en ello como en algo muy serio y me afligía. Estaba claro que era otra de mis niñerías, pero por aquellos tiempos aún no me había dado cuenta. No la conocía y lo sabía, aunque de amores platónicos el mundo está lleno, no suelen ser todos palpables.

Para sacármela de la cabeza decidí dar un paseo. Las calles se postraban desnudas ante mí. Hacía tiempo que los juerguistas habían regresado y los pubs, bares y tascas habían cerrado. Me encontré algún que otro gato callejero; me encantaban los gatos, con esa mirada que sólo un ser tan adorable y solitario puede tener.

Acercándome a la playa, decidí dar un paseo por la orilla. En otras circunstancias podría haber sido un momento mágico bajo el manto estrellado, pero, en esas, sólo era un momento. Pasé cerca de un grupo de chicos, aproximadamente de mi edad, que se daban un baño a la luz de la luna. No me preocupé mucho por ellos y, seguramente, ellos tampoco lo hicieran, Todavía me preguntaba de donde salía la obsesión por esa chica, cosa que impidió que dejara de andar.

Serían las cuatro de la mañana cuando las piernas empezaron a fallarme y en mi cabeza empezaron a haber más nubes que otra cosa. Volví a casa, seguí anotando en mi cuaderno y me marché a dormir.

23 agosto 2009


Y aquí estoy de nuevo, en el balcón disfrutando de la brisa marina y de la vista del inmenso azul. Sentado en una silla de plástico,típica de jardín, con una funda a rayas azules y blancas, con un cenicero en todo su esplendor y una cajetilla de éstas rellenas de muerte que está en las últimas.

En la playa, el sol ilumina los últimos días de verano junto a los jóvenes, jubilados y las pocas personas de mediana edad que se pueden permitir un mes de vacaciones. El mar está en calma pero, como es habitual, se puede oír el sonido del burbujeo de las olas al romper en la arena.

¿Qué hago? Nada, y me pregunto por qué mientras exhalo en un humeante suspiro algo de mi vida. No me agradan las masas, el sol da más calor del que ya tengo y el mar parece estar demasiado lejos como para decidir darse un baño. Y diréis: que aburrida forma de vida; no lo discreparé. Lo que no sabéis es lo que desestresan estos minutos de soledad, después de llevar un día entero aguantando un hermano prepotente que se cree mayor de lo que es, tres primas en la edad del pavo, un primo que debería trabajar en un circo y una prima de nueve años consentida. Y eso, sin tener en cuenta que todos ellos están bajo la atenta mirada, a veces vigilante y otras expectante, de sus madres. Esos seres dadores de vida que pueden ser tan extraños como sorprendentes.

Al final me he decidido por la tercera opción: darme un baño. La impotencia pudo con la vagancia y por eso aquí termino (otro grito en la cocina, están todos locos). ¿Insoportable? Ya contaré si sigo vivo.

Ojalá todos los problemas fueran así de simples.

Hasta la próxima.

12 agosto 2009

La Arena


"Mi sed, mi ansia sin limite, ¡mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito. "

Pablo Neruda, 20 Poemas de amor y una canción desesperada (fragmento poema 1)




El demiurgo me sorprendió un atardecer en el sofá pero, no quise soñar y desperté. Levanté los párpados para ver a la luna, en todo su esplendor, huir del sol. Dicen que todos los días empiezan así y yo no lo creía.

Era una mañana de verano y el silencio sólo era interrumpido por los gritos de las olas al desvanecerse en la arena. Me acerqué a saludarla y me senté a su lado. Estábamos ahí ella, el mar y yo. Llevaba mi cuaderno y empecé a escribir el fragmento que has leído. Me encantaba almacenar momentos, ahora solamente los recuerdo.

Perdí el mundo de vista durante horas. Sentía el cosquilleo de la arena entre mis dedos y el murmullo de la gente que pronto rompería mi letargo. Se hicieron las doce y la playa se asemejaba cada vez más al Portal del Ángel en rebajas, para gozo y disfrute de toda la família, desde niños hasta ancianos. Era lógico, estábamos en temporada alta y la zona en plena ebullición inmobiliaria, cualquier solar vacío se convertía rápidamente en un bloque de apartamentos, con o sin piscina, en los que se embutían familias enteras, incluyendo animales de compañía.

Como el patrón de un barco a la deriva me levanté y empecé a andar. Seguía el hilillo que dejan las olas en la orilla. Andaba dando tumbos, con la mirada perdida, unas deportivas negras en la mano derecha y un cuaderno en la otra. La gente no me miraba por eso. Supongo que mi indumentaria no era la adecuada y que la prueba de ello era la arena que se incrustaba entre los pliegues de mis pantalones vaqueros, pero eso no me importaba. Errante, era un vagabundo.

Entonces la vi. De rostro jovial, ojos color miel y labios voluptuosos. Su piel, teñida por el sol, era de un color marrón claro en concordancia con el de sus ojos y su cabello, también castaño, era liso y brillante, y bailaba siguiendo el ritmo del oleaje, siempre a manos del viento. Los desiertos no envidiarían su cuerpo, oculto bajo una camiseta de tirantes y la falda corta, ambas blancas. Con todo esto, ella era una chica normal, es cierto, pero esa sonrisa tan dulce no la había visto nunca antes.

No sé porque no me paré, aunque fuera para pedirle la hora, pero cuando me di cuenta ya estaba a más de diez metros de distancia.Puede que fuera el miedo a romper la ilusión que acababa de crear en esa chica o, simplemente, embelesamiento. Tenía el presentimiento, o quizá la esperanza, de que volvería a verla.

Tampoco recuerdo que pasó después, era tarde, y de un modo u otro llegué a casa. Llevaba los pantalones embarrados, los granos de arena se peleaban por abarcar la mayor parte posible de mi cuerpo, incluso el pelo. No me costó mucho decidir que necesitaba una ducha.

Introducción

Vivía a dos manzanas de mi casa, se llamaba Alexander Hoobs. Cabello castaño, ojos azules, un metro ochenta y cinco y de constitución atlética. Solía usar gafas de pasta un poco anticuadas y vestía ropa informal, pero con un toque de clase que sólo un británico empedernido podría tener. Decían que era un tipo raro y, de hecho, era escritor. Bueno, decía que lo era, o quizá que quería serlo. Al menos lo intentó; al leer su primer cuento pensé que nunca se había dicho una falacia más grande. Claro, escritor...

Nos conocimos por cuastiones de trabajo, pero no nos desviemos más del tema. No quería hablar del él, sinó de mí (Cuestiones del marketing). Mi nombre es Vincent Orezuela y soy atractivo, simpático y amable... No voy a perder más líneas en describirme, en definitiva, lo que todos suelen decir cuando se dedican a chatear. ¡Qué suerte que yo no mienta!

Escribí mi primera y última obra a los veintidós años. Entonces, un huracán con nombre fenenino, para no faltar a la costumbre, me arrebató la inspiración y con ella se marcharon mi empleo y mis amistades. Ahora soy profesor de literatura en un colegio público y mi nombre sólo desata la ira de algunos padres cuando su hijo es castigado y deben recogerlo a las diez de la noche en mi despacho.

Ésta es una nueva versión de la introducción de esa obra que pocas personas han leído y menos más de una vez.

Calafell, 8 de Agosto de 2009

01 agosto 2009

Alquimia

Texto sacado del baúl de los recuerdos: Emulando los antiguos alquimistas prosigo sus objetivos, para ser otro Rey Midas y convertir plomo en oro. A pesar de mis intentos, no es oro lo que encuentro y me reitero en su fracaso. Eso no es todo, creo que avanzo, no por la vía correcta, pero, como se suele decir, algo es algo. He descubierto que todo lo que toco se convierte en basura, enseres inservibles que, de hecho, no se pueden ni reciclar. Seguro que a más de uno le ha pasado, pero todavía no termino. A veces, si me concentro mucho, he conseguido hallar otro fenómeno, sino más sorprendente, sí más inusual. Es algo nunca visto y cuando ocurre tampoco ves nada. Se trata, simplemente, de desaparición, aunque mi afán científico lo quiere llamar combustión espontánea. A los que leyeron hasta aquí ya les anuncio que no se trata de un truco, no soy prestidigitador, es algo extraño, aunque completamente cierto. Tampoco se trata de un descuido ni cuentos de borracho, es lógico que lo piensen, pues yo también lo hice. Para demostrarlo intenté hacer desaparecer mi coche, los que me conozcan lo podrán confirmar: ya no tengo coche. Seguía incrédulo y mis investigaciones me llevaron a objetivos de mayor tamaño, por suerte no me pasó por la cabeza probarlo con nada vivo. Finalmente, lo probé con mi querida casa, y sólo puedo decir que si alguien la encuentra que me avise. Esta historia no tiene sentido alguno, pero debía ingeniar alguna forma de explicar a amigos y familiares por qué estoy escribiéndoles este texto en papel higiénico y hace una semana que duermo tumbado al lado de un cajero automático, siempre y cuando no se me adelanten los demás indigentes de la zona. En fin, me limito a comunicar lo sucedido por si alguien se ha encontrado (o perdido) en la misma situación. Sin más dilación me despido de ustedes y les ruego que me informen de algún suceso similar.