25 enero 2010

Las 3 estaciones

Caí al suelo
atravesando el cielo
entre nubes, estrellas
y besos veraniegos.
Después llegó otoño.
se llevó el calor
y el viento me arrastró
a lugares oscuros.
Desperté en invierno
y aún sigo aturdido.
¡Las luces del camino
hoy me dan miedo!
Otra vez en Bermudas,
de nuevo a la deriva,
el tiempo vuela
y yo ando despacio.
Me pierdo entre egos,
sólo escucho el eco
de una voz lejana:
"¡La perla es mía!"- grita
y me sirve un café.
Me resigno a escuchar
entre cuento y cuento:
"Todo o nada
nunca es suficiente,
nunca está de más
cuando no estás
echarte de menos..."

19 enero 2010

-Fin.
-¿Tan pronto te das por vencido?-preguntó Hellen.

Otra pregunta sin respuesta más acumulada en su corta existencia. Una de tantas. Me marché sin girarme. No debía hacerlo, no podía. En cambio, la observaba ahí, reflejada en los escaparates, estática, como una escultura de mármol recién tallada. Ésa sería mi estatua, ella, cabizbaja una noche de abril, mi último recuerdo.

Estaba triste. Bueno, los dos lo estábamos, pero todo había sido mi culpa. Ella era tan joven... Ella era la reina de la oscuridad, yo un simple villano. Nada debía haber sucedido y lo sabíamos. No había más remedio, tenía que irme y ella debía quedarse. Una salida triunfal por la puerta trasera de su vida. Como siempre, todo tan... ¿poco iluminado? Da igual, me limitaré a decir que fue así, no se puede volver atrás.

Hellen sólo llenaría un par de cubos de lágrimas, lo demás lo haría el tiempo. Seguramente me olvidaría pronto, y yo no a ella. Con un poco de suerte, en pocas semanas volvería a escuchar a esos chiquillos que siempre la rondaban. Volvería a reir a carcajadas y me reservaría un minúsculo espacio en su corazón para cuando la soledad la atormentara, que, teniendo su belleza, sucedería pocas veces.

El alma es tan voluble que me asombro sólo de pensarlo. Quién fuera joven ahora, después de tantos años. Sí, lector, acabo de sonreir y estoy orgulloso de ello. Quizá ha sido algo un tanto melancólico, pero eso es lo de menos. Y lo volví a hacer. Éste es el final del final de mi historia, donde, como siempre, todos somos felices y comemos perdices.

14 enero 2010

11 A.M.

Algunos días terminan cuando te vas a dormir y otros cuando te levantas. Esta noche terminó a la once de la mañana y ya no recuerdo si dormía o despertaba. En cualquiera de los casos, sé que hablé con mi reflejo en el espejo. Le pregunté si algo más podía ir mal y me respondió, no muy convencido, encogiéndose de hombros.

Bostezo y me doy cuenta de nuevo de que ya termina el día. Mañana, o posiblemente esta tarde, será otro día. No creo que sucedan muchas cosas emocionantes, pero, al fin y al cabo, el único que nunca espera es siempre el tiempo.

Buenos días y que durmáis bien.

P.S.: Me quedé dormido encima de la libreta...

10 enero 2010

Encerrado en una habitación sin puertas ni ventanas, oscuramente lapidado. Sigue intentando cantar sin tener voz, llorar lágrimas que ya se secaron y, se le escapa el aliento con cada verso mudo que le deshojó y le abandonó desamparado. Anhela el tiempo que pasa y él no atrapa, todos aquellos que cogió entre sus brazos y no están, el ruido, las palabras, las voces... todo lo que fue y que ahora no es nada, lo palpable, lo etéreo...

Y sueña, no sabe si de noche o de día, pero sueña. Su imaginación le lleva al pasado y, nostálgico, recuerda cada día en un segundo, repite cada rima, la mira y la mima, o eso hacía cuando la libertad era su costumbre.

La locura es su única compañía entre estas cuatro paredes de hormigón que le aislan de todo lo que quiere y no tiene. Ya no siente, él es el frío, sólo la muerte le hiela acechando en las sombras. Si fuera joven atravesaría el muro que le mantiene en su presidio sin pestañear, pero está cansado. La vida le dejó exhausto y apoltronado en una esquina de este cuadrilátero espera alcanzar su sino, el único al que está condenado como todo ser con cuerpo y alma. Así, entre metáforas acongojadas, un viejo trobador muere.

04 enero 2010

Una de tantas despedidas

No sé que decir sin saber entender que me despido. Sí, de esos días en que todo era luz u oscuridad, una vida en fotografías blanco y negro o sepia.

Definitivamente, ya no sé escribir, nací sin saber hablar y olvide como decir que no sé... y sigo sin saber. Soy un desastre incomprensiblemente estresante y desespero sin poder expresarme. Lamentable...

Y decido, decidido a no decir nada, que me pierdo en este laberinto de palabras. Solía tergiversar cada momento a mi antojo con sólo un movimiento de esta mano, a la que suelo llamar Derecha. Normalmente era así, pero hoy no me obedece. Describe lo que quiere a su gusto ejerciendo así su libre albedrío.

Ya he perdido el entendimiento que nunca tuve, eso sí que lo sé. Quizá sea lo único que sepa, algo es algo. Aiiis... a veces me doy miedo, otras lo tengo y no comprendo por qué miento. E invento un mundo, no, un universo completamente ageno a lo que es cierto. Entonces, la realidad me supera y no existo y, por eso, hoy me despido.