12 agosto 2009

Introducción

Vivía a dos manzanas de mi casa, se llamaba Alexander Hoobs. Cabello castaño, ojos azules, un metro ochenta y cinco y de constitución atlética. Solía usar gafas de pasta un poco anticuadas y vestía ropa informal, pero con un toque de clase que sólo un británico empedernido podría tener. Decían que era un tipo raro y, de hecho, era escritor. Bueno, decía que lo era, o quizá que quería serlo. Al menos lo intentó; al leer su primer cuento pensé que nunca se había dicho una falacia más grande. Claro, escritor...

Nos conocimos por cuastiones de trabajo, pero no nos desviemos más del tema. No quería hablar del él, sinó de mí (Cuestiones del marketing). Mi nombre es Vincent Orezuela y soy atractivo, simpático y amable... No voy a perder más líneas en describirme, en definitiva, lo que todos suelen decir cuando se dedican a chatear. ¡Qué suerte que yo no mienta!

Escribí mi primera y última obra a los veintidós años. Entonces, un huracán con nombre fenenino, para no faltar a la costumbre, me arrebató la inspiración y con ella se marcharon mi empleo y mis amistades. Ahora soy profesor de literatura en un colegio público y mi nombre sólo desata la ira de algunos padres cuando su hijo es castigado y deben recogerlo a las diez de la noche en mi despacho.

Ésta es una nueva versión de la introducción de esa obra que pocas personas han leído y menos más de una vez.

Calafell, 8 de Agosto de 2009

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