28 septiembre 2009

La niebla

"Acostumbrado a no dormir el sueño ya no me quiere ni ver"


Estaba un poco mareado. Abrí los ojos y no sabía donde me encontraba. Todo era difuso, la niebla me impedía ver nada a mi alrededor. Empecé a andar a ciegas, con las manos delante intentando palpar cualquier cosa cercana. No había nada. Empecé a andar cada vez más rápido, cuando me di cuenta ya corría. Noté algo con los pies y me detuve en seco. Me acerqué para verlo, era...¡desperté!

No me había movido de mi habitación y un sudor frío recorría todo mi cuerpo. Había vuelto a tener ese sueño o, más bien pesadilla. Se repetía cada noche desde que había dejado la playa a unos cincuenta quilómetros de mí. No había vuelto a ver a la chica y hacía días que no pensaba en ella. Cosa normal, sólo la había visto un par de veces y la segunda fue obra de la imaginación de uno de los dos.

Me levanté de la cama a por un vaso de agua. Parecía que ya era de día: el reloj marcaba la una y media. La vida en la ciudad era deprimente, limitada por el bochorno que se padecía durante las horas de sol, es decir, la mayoría a finales de verano. Además, mis amigos no volverían de sus vacaciones hasta el día antes de empezar las clases. Estaba solo, cansado de los juegos de ordenador y de consumir como un adicto literatura barata.

Así empezaba otro día más en la inmensa ciudad...

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