Desgaste...desgaste...Quiero dormir y no quiero soñar...en la misma noche, la misma habitación, la misma música de fondo, esas palabras de nuevo, y esos silencios, las voces y las risas a lo lejos en otro mundo aparte. Y más silencios, entre miradas perdidas por miedo a encontrarse (y algún que otro suspiro).
No estoy ahí, estoy en otro lado y, como siempre, parece que la esquivo. Son demasiados grados a la sombra los que diluyen la tinta entre mis labios, y de mi pluma, las palabras huyen diligentes llevándome al abismo. El tiempo pasa y yo lo siento sólo como una brisa que me golpea suave en la mejilla. Si amontonara todos los versos nunca escritos, no impediría ver caer la luna, y yo con ella al ver salir el sol. Así, con las primeras luces, voy y le doy las buenas noches, pues no hablo yo, sinó otras voces que siempre se despiden. Nos movemos a otra alcoba, cada cual bajo su abrigo, no hay tres metros que digan aquí estoy, pero me duermo y vuelvo a despertar.
De nuevo en el mundo real, lejos de lo que no sucedió, sueños que recuerdan pesadillas... Por eso decidí dejar de dormir y de soñar, para impedir que los sueños me acosen por las noches y despierte con anhelo de otros tiempos, otros lugares y otras personas. Es probable que nadie más recuerde esa noche como yo, pero cada vez que sueño ya lo recuerdo por todos.
22 septiembre 2010
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Joder Olmos, todos tus escritos me saben a la misma emoción de despedida y pérdida...
ResponderEliminarPero me gustan.
Será que son los únicos textos que sé que tienen final. :)
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